Cuento para pensar sobre las preocupaciones.
Una profesora de la Universidad de Harvard, daba vueltas por el auditorio
mientras impartía una charla sobre cómo manejar el estrés, y en un momento dado levantó un vaso con agua. Cuando todos los estudiantes esperaban oír la pregunta: ¿Está el vaso medio lleno o medio vacío?, ella en lugar de ésto preguntó con una sonrisa:
- ¿Cuánto pesa este vaso?
Las respuestas de los alumnos variaron entre 200 y 250 gramos.
Pero la profesora respondió:
-
El peso absoluto no es importante, sino el percibido, porque dependerá
de cuánto tiempo sostengo el vaso. Si lo sostengo durante un minuto, no
es problema. Si lo sostengo una hora, me dolerá el brazo. Si lo sostengo
un día, mi brazo se entumecerá y paralizará.
El vaso no cambia, pero cuanto más tiempo lo sujeto, más pesado y más difícil de soportar se vuelve.
Después continuó diciendo:
- Las preocupaciones y el estrés,
son como el vaso de agua. Si piensas en ellas un rato, no pasa nada. Si
piensas en ellas un poco más empiezan a doler y si piensas en ellas
todo el día, acabas sintiéndote paralizado e incapaz de hacer nada.
Es importante tener en cuenta que caer en eso es lo que te estresa, así
que, tan pronto como puedas, suelta toda esa carga. No continúes esa
espiral de pensamientos ni te los lleves a casa o a la cama.
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A
veces las preocupaciones se enquistan en nuestros pensamientos y no nos
dejan centrarnos en las soluciones, en lo que sí podemos hacer.
Preocuparnos en exceso y anclarnos en pensar en los problemas nos agota,
absorbe nuestras energías y nos quita fuerzas para actuar, y para
movilizarnos hacia soluciones. Está muy bien ser consciente de los
problemas y tener presente las dificultades y los riesgos, pero llenar
nuestra cabeza de preocupaciones durante mucho tiempo nos agota
emocionalmente.
¡Recuerda
soltar el vaso de agua!